Dar uno su voto o manifestar su opinión en una reunión o cuerpo deliberante, o en una elección de personas. Votar es una de las expresiones más individuales y libres que tiene una persona, siempre y cuando su sufragio sea secreto. Es una de las acciones fundamentales de una democracia. Este domingo se llevarán a cabo las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). En Tucumán, 1,2 millón de ciudadanos están habilitados para elegir, entre 15 listas, los candidatos que el 24 de octubre próximo definirán las cuatro bancas de diputados nacionales que se renuevan, por cuatro años (2017-2021), en el Congreso de la Nación. Las PASO constituyen un filtro para octubre. En el caso del PJ tucumano, se definirán los candidatos; en los partidos que presentan lista única, estos deberán alcanzar el 1,5% de los votos válidos emitidos si quieren seguir en carrera.
En los últimos días, la apatía de los electores está preocupando a los postulantes. El secretario nacional electoral dijo que nota muy poco interés en votar en una elección en la que no hay consecuencias, salvo si el partido puede seguir o no. “Hay muy poco interés porque la gente no entiende para qué vota ni qué son las primarias y hasta creo que no quiere entenderlo”, afirmó.
El mismo presidente Macri ha hecho en estas horas un llamado a la ciudadanía para que asista el domingo a las urnas. El gobernador Manzur hizo otro tanto: “les pido que voten, en el cuarto oscuro uno es libre y puede expresar (mediante el voto) lo que siente”.
En nuestra sección Cartas, los lectores se vienen expresando casi a diario sobre estos comicios, reflejando un escepticismo que no deja de preocupar. “Faltan pocos días para las elecciones PASO y el entusiasmo de la ciudadanía por votar es prácticamente ínfimo o nulo, en comparación con elecciones anteriores. Los argentinos estamos cansados de votar, siempre con resultados negativos: las promesas de nuestros gobernantes no se cumplen, una y otra vez, golpeando al ciudadano, que cada vez se siente más frustrado. Es lógico que estas elecciones no llamen la atención. A esto yo lo llamo madurez política. Queremos gobernantes que se preocupen por la gente, anteponiendo los principios antes que sus intereses personales, y que cumplan con sus promesas”, escribió Jacinto Barrionuevo en nuestra edición de ayer.
A juzgar por esta abulia electoral, la clase dirigente, así como los que aspiran a incorporarse a ella debería preguntarse cuáles son los porqués de este desinterés. En las últimas semanas han arreciado feroces críticas, principalmente de los oficialismos provincial y nacional. Salvo pocas excepciones, las propuestas brillan por su ausencia y muchas de las caras se repiten. Los dirigentes siguen creyendo que con esta competencia de descalificaciones del adversario suman votos y no perciben que una buena parte de la ciudadanía está hastiada de estas metodologías que se repiten y por conveniencia, parece que no están dispuestos a cambiarla. La históricamente anunciada autocrítica que nunca se concreta, sería un buen camino modificar esta realidad. En manos de los dirigentes está la posibilidad de sacar al elector de su indiferencia y recuperar su confianza. Por otro lado, sería positivo que el ciudadano se sobrepusiera al desgano y fuera el domingo a hacer uso de la principal herramienta democrática, sea para apoyar o para castigar a alguien con su voto.